Antes de comenzar me gustaría hacer dos aclaraciones sobre este artículo:
- No se trata de demonizar las redes sociales, son herramientas que nos han ayudado mucho y como todo tienen sus pros y sus contras. Este texto es fruto de sus pros ya que han sido unos tuits los que me han animado a escribir.
- Si bien el post se centra en las redes sociales, el tema de fondo es el despilfarro. Escojo las redes sociales por ser para mí el ejemplo más claro de ese elefante del que nadie quiere hablar, de ahí elefanTIC.
Son varias las reflexiones que me gustaría exponer, voy a intentar hacerlo de forma ordenada, aunque a medida que estoy escribiendo se apelotonan los conceptos. Sonrío porque es justo lo que me pasa con los artículos de la tesis doctoral, así que me lo tomo también como un ejercicio de desbloqueo.
Desde el 2016 he tenido la oportunidad de trabajar mejorando la accesibilidad de centros de información y educación ambiental, esto me ha ampliado información acerca de los recursos naturales, el agua, el reciclaje, etcétera.
Aunque por suerte he recibido formación al respecto desde la primaria, no puedo negar que al principio me generó un poco de agobio ver todos los problemas que ignoramos en este aspecto y todo lo que falta por hacer.
No es el tema del artículo, pero si a alguien le interesa le recomiendo que haga cualquiera de las actividades que hay programadas por la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, sin duda le cambiará la perspectiva.
Esta información me llevó a preguntarme por los residuos generados por internet y las redes sociales, empecé por este artículo que me recomendó una persona que es activista ambiental:
Y ahí me di cuenta del despilfarro en ese sentido, cosas que no me había parado a pensar; entre otras cosas porque las empresas nos ofrecen la solución o más bien la anestesia rápidamente.
Por ejemplo, si tienes una carpeta compartida en Dropbox que pesa mucho lo más fácil es cambiar del plan gratuito al de pago y listo, se acabó el problema del peso de la carpeta. ¿Y si el problema realmente es que tienes una gran cantidad de fotos que no necesitas y encima a una resolución que te vale para hacer un pasacalle cuando realmente nunca la vas a imprimir?
¿Te acuerdas cuando el plan de telefonía te ofrecía un máximo de 1MB y luego un Giga? Pues ya no hay problema, ahora ¡datos ilimitados y a vivir!!!
¿Las fotos que hace tu móvil no son tan chulas para Instagram? Tranqui, que por cero euros al mes y un compromiso de 3 años tienes un móvil fantástico ya, con gran capacidad de almacenamiento para que no te cortes ni un pelo, saca fotos, publica, dale “like” si te ha gustado, comparte y suscríbete al canal (este último es el mantra más común en Youtube).
¿Y esto que supone? Pues una huella de carbono digital, algunos artículos al respecto:
- La huella de carbono de nuestra vida digital.
- La huella de carbono de la música en ‘streaming’ es mayor que la de vinilos y CDs.
- How Does Your Social Media Use Impact the Planet? Use This Calculator to Find Out.
Y aquí, es cuando me meto con el despilfarro, cuando superamos con creces la línea que separa el necesitar del querer. En la conversación en Twitter (ver hilo) que aceleró la escritura de este artículo, Joaquín Sevilla comentaba: “Toda actividad gasta, eso no tiene vuelta. Pero hay variaciones de orden de magnitud (en gasto y en beneficio que genera).”
Para mí esa es la clave: que nos paremos a pensar que nada de lo que hacemos es inocuo así que lo deseable sería optimizar.
He tomado el ejemplo de las redes sociales pero podría hablar del uso del coche, los envases, la ropa, etcétera. Lo que quiero exponer es que hay temas que ignoramos deliberadamente porque sabemos que son un despilfarro pero no queremos cambiar.
También me han motivado unas conversaciones recientes donde he propuesto el tema y he notado una mezcla de incomodidad y vergüenza curiosa. No digo que haya que vivir sin redes sociales y tampoco con ellas, a lo que voy es que si queremos contribuir a una mejora de alguna manera tendremos que hacer un uso racional de las mismas.
Y aunque en perspectiva no es el mayor problema, no deja de serlo.
Hice un pequeño experimento, por un lado, calculé mi huella de carbono con esta herramienta de la Universidad de Alicante:
https://www.huellaco2.org/tuhuella.php
Luego hice lo mismo con la huella de carbono digital:
https://www.comparethemarket.com.au/energy/features/social-carbon-footprint-calculator/
Hay que mirar los resultados detenidamente porque una los expresa en gramos y otra en kilogramos. Mi conclusión es que el uso que le doy a las redes sociales supone el 5% de las emisiones diarias de CO2 que produzco.
¿Es mucho o es poco? Como bien dice Joaquín, habrá que ver el gasto y el beneficio, es decir que es necesario o lo que estoy haciendo es despilfarrar.
Por supuesto que hay acciones que hago eventualmente que contaminan mucho más y que son un problema mayor, pero eso no convierte al despilfarro en algo necesario. Y desde mi punto de vista tampoco puede ser una justificación, me acuerdo de una conversación que tuve con una fumadora pidiéndole que por favor no me echara el humo a la cara, que no quería ser fumadora pasiva y me contestó “bastante más veneno respiras con el humo de los coches”.
Posiblemente tuviese razón, pero no por ello voy a aspirar deliberadamente algo que considero dañino. Pienso que ocurre lo mismo con las redes sociales, es como si dejara de llevar bolsas de tela a la compra porque total, mientras haya coches contaminando ¿para qué me molesto?
Creo que no es molestia, sino que es una pequeña aportación, un gesto que si bien no es una gran solución deja de ser parte del problema. Pero para ello, lo primero que debe ocurrir es que se pueda hablar del tema y no sigamos ignorando el elefanTIC en la habitación.
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