Decía Marshall Berman en “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, que “ser modernos es vivir una vida de paradojas y contradicciones”.
Esto que en su momento lo estudié con referencia a las vanguardias artísticas y arquitectónicas del siglo XX, se me presenta como un mantra cada vez que me acerco a las redes sociales.
Hace tiempo que le estaba dando vueltas a este artículo y una vez más, Twitter me ha servido como herramienta de desbloqueo, en concreto se trata del enfado que han provocado las decisiones de Elon Musk. Quiero aclarar que no estoy lo suficientemente informada sobre el fondo del asunto, solo quiero expresar mi opinión sobre esas paradojas y contradicciones que nos hace vivir la modernidad de las redes sociales.
Por una parte, si no me equivoco, las redes sociales (al menos las más usadas) siempre han sido empresas privadas. Nacidas como “start-ups”, no dejan de ser la iniciativa de una o varias personas por crear un servicio, aunque a mí me parece más un producto. Y aquí va una de las paradojas, creemos que las redes sociales nos prestan un “servicio de comunicación” cuando lo que hacemos es convertirnos en un producto de consumo para poder alimentar ese servicio.
Y aquí viene otra paradoja: esta adquisición es “gratuita” en el sentido en que el no damos dinero a cambio del perfil, sin embargo, suministramos los datos que alimentan al sistema para que nos pueda “ofrecer” aquello que nos interesa y “podamos expresar nuestra opinión libremente”.
Cuando el producto falla montamos en cólera, cómo puede ser que se haya caído Whatsapp, qué desgracia, quieren cobrar 1 euro al año ¡me borro!, no puedo con la censura de Instagram, me van a cobrar por el perfil verificado de Twitter, sinvergüenzas… Mmmmm, vaya contradicción, queremos un servicio de calidad, pero no pensamos invertir ni un euro en el mismo. Será que nuestros datos son muy valiosos, por eso leemos con tanta atención la política de privacidad y aceptamos sin contemplación lo que haga falta para que nos dejen tener un perfilito en las redes sociales, no vaya y sea que la sociedad nos olvide.
Esto es como cuando vas a una tienda de ropa y dices “qué ladrones, los pantalones están a 300 euros”, piensa que nadie te obliga a comprar esos pantalones, ni siquiera tienes por qué entrar a la tienda. Desde mi punto de vista ocurre exactamente lo mismo con las redes sociales, al hacerte una cuenta compras esos pantalones de 300 euros, nadie te ha robado, otra cosa es cómo te sientas después de verlos a 50 euros en otro comercio. Y tampoco le puedes decir a la persona dueña de la tienda cómo tiene que poner el escaparate o a qué precio vender los pantalones.
De esta manera vamos a otra contradicción, entidades anticapitalistas o asociaciones que están en contra de las grandes empresas y del modelo actual de consumo, utilizan precisamente las redes sociales (que son grandes empresas) para ejercer su actividad reivindicativa, mmmmmm.
Si bien cada vez hay más redes sociales en plataformas sin ánimo de lucro descentralizadas, no tienen más remedio que pasar por el aro de los patrocinios: por una parte, de personas naturales y por otra parte de empresas. Sí, empresas, esas que toman decisiones empresariales basadas en la optimización de beneficios. Y esto es porque las cosas cuestan, cualquier producto o servicio que se quiera sacar adelante requiere tiempo y recursos, cualquier persona que invierta tiempo y recursos va a querer que eso le reporte algo.
Sin embargo, parece que todo lo que hay en internet debe ser un servicio público proporcionado de forma gratuita para todo el mundo ¿y eso cuánto vale? ¿cómo se paga, ¿quién lo paga? ¿cómo se sostiene y cuánto contamina?
Sí, porque internet contamina, pero como no es tan tangible como la tortuga con la pajita en la nariz, ni la ballena varada, pues nos dedicamos a suministrar, acrecentar y acumular aquella información que no somos capaces de leer, mucho menos de procesar y que en algunos casos nos afecta la salud.
Sin embargo, la paradoja es que esas herramientas nos han facilitado conexión, acceso, archivo, debate, etcétera, etcétera. Ese seguramente sea uno de los motivos por lo que las mantenemos (aunque tal vez la triste realidad es que sea un intento desesperado por mantener una egoteca virtual) pero, no podemos decir que nos han robado, hemos comprado esos pantalones, ahora bien, tal vez ni tan libre, ni tan conscientemente…porque si todo lo sólido se desvanece en el aire, en internet ya ni te cuento.
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